En la actualidad todas las empresas bien
administradas propugnan el desarrollo de sus recursos humanos pues saben
que la mejor inversión son sus trabajadores. Sin lugar a dudas, la
condición indispensable para ello es la capacitación. Una gerencia
eficaz sabe que en un mundo tan cambiante al aprendizaje no se le puede
ni debe tener como un punto más de la agenda empresarial o peor aún,
dejarlo al azar o a las circunstancias.
Una de las modalidades más importantes y la más
económica es el entrenamiento interno, pues son los trabajadores y en
especial los jefes quienes conocen las mejores alternativas para
optimizar los trabajos. Lo afirmado por Peter M. Senge, lamentablemente
se cumple en muchas empresas peruanas: "En los últimos años, me
he entrevistado con muchos directores generales que se han lamentado que
nosotros no podemos aprender de nosotros mismos, de que las
innovaciones significativas simplemente no se difunden, o de que aprendemos
mejor de nuestros competidores que de nuestra propia gente".
Habría que agregar que esto acontece porque la inteligencia
organizacional no es canalizada ni sistematizada adecuadamente, sino que
se le deja para "cuando buenamente haya tiempo"; olvidándose
peligrosamente que el futuro no es eso que viene hacia nosotros, sino
aquello hacia lo que vamos diariamente con nuestros actos.
Otro aspecto importante por resaltar es el siguiente:
La acción de instruir a colegas o subordinados ayuda al trabajador -
maestro a desarrollar su personalidad y por ende a incrementar su nivel
de influencia, mejorando su liderazgo.
Por todo lo expuesto, se puede inferir que el
entrenamiento de los futuros instructores es imprescindible para las
organizaciones por distintas razones, pero la fundamental es la
siguiente: De ellos dependerá el éxito de la formación interna.