Ya Voltaire decía que los libros no eran
sino copias de otros. Y si de originalidad hablaba el
enciclopedista francés no dejaba de tener razón. Desde
entonces el involuntario plagio viene perpetrándose sin
miramiento alguno para los sufridos lectores ávidos de leer
cosas novedosas.
Pues bien, ahora tienen en sus manos o frente
a sus ojos uno de esos libros escritos con una buena dosis de
novedad, otro tanto de audacia y, por eso mismo,
indiscutiblemente interesante.
Se pueden formar inmensas bibliotecas de
libros que tratan el tema de la relación madre-hijo. Ambos
protagonistas han sido tratados y vueltos a tratar hasta más no
poder. ¿Y la relación padre-hijo no merece ser considerado con
pareja importancia que la anterior? Este libro de Bernardo
Ahlbom, en esencia, tiene como eje un repertorio de reflexiones
propias y ajenas tocantes a la relación padre-hijo.
¡Como si sólo la madre dejara una impronta
en el destino de sus hijos! ¡A lo mejor los padres dejan en los
mismos huellas aún más indelebles! Que cada lector saque su
conclusión al respecto, que la mía es ésta: la mayor virtud
del libro de Ahlborn es haberme hecho revivir cómo fue mi padre
conmigo! Agradezco al autor por haber tenido la virtud, a
través de su libro, de rememorar con ternura y gratitud a ese
humilde guardia civil de la puta madre que fue mi viejo, mi
querido viejo!
Max Silva Tuesta